Artículos Destacados

Una Mujer con Visión

104Vistas

¿Recuerdas cuando eras pequeña y jugabas a la gallinita ciega con tus amiguitas?  Yo lo recuerdo, y también recuerdo que no me gustaba mucho este juego.  Tan pronto me cubrían los ojos y me daban la primera vuelta, perdía  el sentido de dirección y me sentía totalmente desorientada–y atontada.  No importa cuántas veces oía “¡estoy aquí!”, tardaba muchísimo en encontrar a las demás e iba por el patio dando tumbos.

Creo que eso mismo sucede cuando tratamos de vivir nuestra vida y hacer nuestros planes sin consultar con Dios, sin pedirle su orientación y confirmación.  Vamos dando tumbos, desorientadas, como si los ojos estuvieran cubiertos, tropezando con todo lo que se nos cruza delante, tratando de encontrar el camino hacia esa voz que dice “¡Estoy aquí!”.

Sin embargo, Dios tiene planes buenos para nosotras y para aquellos que amamos.  En Jeremías 29:11 dice: “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice el Señor, pensamientos de paz, y no de mal…”  Para poder conocer esos planes y andar en el camino que Dios quiere que andemos, tenemos que buscarle constantemente.  Necesitamos tener visión, una visión que nos permita ver más allá de las circunstancias, que nos ayude a descubrir la manera en que Dios nos dirige y ver cómo obra en nuestra vida.  No se trata de una visión física, sino espiritual, una visón que nos da ánimo para obedecer la dirección de Dios.

En 2 Corintios 5:7 dice que andamos por fe, no por vista.  Es, por lo tanto, nuestra fe en el amor de Dios la que nos permite ver más allá de las circunstancias, la que nos ayuda a confiar plenamente en la bondad de Dios para con nosotras. Al tener nuestros ojos puestos en Jesús, al tener la visión enfocada correctamente, comenzamos a movernos hacia esa voz maravillosa que dice “¡Estoy aquí!”  Dios nunca nos deja solas.  Somos nosotras las que perdemos la visión y perspectiva cuando nos dejamos envolver y desorientar por los afanes y problemas de cada díaAprendamos a confiar en el Padre amoroso que nos dice “Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar;  sobre ti fijaré mis ojos.”  (Salmo 32:8)

Busca a Dios cada mañana.  Lee su Palabra.  Habla con Él.  Pídele que te muestre el camino por donde debes andar cada nuevo día.  Sobre todo pídele que te dé una visión fresca de su amor y dirección, una que te permita encontrar y abrazar con alegría al que cada día te dice “Estoy Aquí”.  Él nunca te abandona.

“Y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.  Amén.”  Mateo 28:20