Devocionales

El Olvido

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“¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti”. Isaías 49: 15,16.

El olvido es una de las más grandes dificultades del ser humano. Posiblemente se deba a que tiene que ver con nuestra memoria y con frecuencia ésta se encuentra tan carga de problemas y pensamientos que la capacidad de recordar se ve afectada. En lo personal les confieso que cuando he olvidado algo me siento muy mal, especialmente si eso que olvidé era de suma importancia.

Por otra parte la capacidad de olvidar en algunas circunstancias resulta de gran beneficio. Imagínate qué sería de los seres humanos si no pudiéramos olvidar algunas de las experiencias desagradables de la vida, y las recordáramos para siempre.  Si bien es cierto que la mayoría de las personas no olvidan totalmente lo que les ha sucedido, si hay otras que por ventura llegan a borrar completamente de la memoria situaciones que les resultaron difíciles o incómodas.

Nuestra meditación de hoy nos trae un mensaje muy especial para nosotras las mujeres. Dios nos creó con la capacidad de tener hijos, y aquellas que hemos sido bendecidos con ellos sabemos muy bien que sería imposible que nos olvidemos de ellos. No importa la edad que los hijos tengan, siempre están presentes en nuestra mente, y son el objeto de nuestras oraciones y pensamientos. Ni siquiera la distancia puede hacer que nos olvidemos de ellos, antes bien, mientras más lejos los tenemos más los recordamos y añoramos el momento para compartir juntos nuevamente. Sin embargo, como toda regla tiene su excepción, hay mujeres que llegan a olvidar sus hijos y hasta los abandonan. Se alejan de ellos, y viven una vida centrada en ellas mismas, sin importarles lo que pueda suceder con sus hijos.

Los medios de comunicación en diversas ocasiones han informado de madres que le quitan la vida a sus hijos, que los regalan, que los maltratan y abandonan, en fin toda clase de actos atroces que nos resulta difícil de concebir. Pareciera que la maldad de los seres humanos no tiene límite, y aún se anida en el corazón de una madre para con su hijo. Pero el versículo de Isaías trae una gran esperanza; si la madre se olvida de sus hijos, Dios no nos olvidará. ¿No te parece maravilloso? Me agrada pensar que Dios no tiene problemas de olvido. Mi mente se agota, cansa y envejece, por lo tanto estoy propensa al olvido, pero nuestro Dios no tiene ninguno de esos problemas. ¡Gloria a Dios, que Él nunca nos abandonará!