Alimento para el Alma

Una Promesa para la vida

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“Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne; así que no son ya más dos, sino uno. Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre”. Marcos 10: 7-9

Cada vez que he participado como pastor en una ceremonia matrimonial he tratado de darle mucho énfasis al contenido del  pacto que se hacen los contrayentes ante Dios  porque quiero que ellos entiendan bien el significado  de la promesa que están haciendo. El pacto dice: ¿Toma usted a esta mujer/hombre como su legítima/o esposa/o, para vivir juntos en el santo estado del matrimonio, según lo ordenado por Dios?  ¿Promete amarla/o, honrarla/o y cuidarla/o en enfermedad y en salud, y rechazando a todas las demás, serle fiel mientras vivan los dos?”Luego los novios dicen: “Yo, te tomo a ti, como mi legítima esposa/o, para que los dos seamos uno solo desde este día en adelante, para bien o para mal, en riqueza o en pobreza, en prosperidad o en adversidad, para cuidarte y amarte hasta que la muerte nos separe.”

Esta promesa se ha hecho en cada matrimonio y en cada ceremonia de boda, y se toma el tiempo para que los novios repitan el contenido de ella. Sin embargo, en muchas ocasiones, cuando  las parejas tienen algún problema se olvida la promesa que  hicieron.

En días pasados  viví un momento triste que me sirvió de profunda reflexión. Estábamos mi esposa y yo viajando acompañados de una pareja que me hizo recordar este pacto y las obligaciones, que por amor, contraemos. Nos dirigíamos a una actividad de la iglesia que se realizaría en un campamento distante de la ciudad donde nos encontrábamos. La pareja pastoral que nos vino a recoger eran conocidos nuestros desde hace mucho tiempo ya que el pastor había estudiado con nosotros en la misma universidad. Yo noté algo muy raro en su esposa, pero no hice ningún comentario solamente me dediqué a observarla. Cuando nos detuvimos para almorzar, hubo un momento en que la esposa, de mi amigo, fue con mi esposa al baño. En ese momento el pastor me dijo: “como habrás notado mi esposa está enferma desde hace cuatro años con Alzheimer. Para mí es un gozo servirle y cuidarla pues ella me ha acompañado por los últimos 42 años y hemos estado juntos en las buenas y en las malas así que pronto me voy a retirar para seguirla cuidando”.

Ambos habíamos compartido en otras ocasiones por eso sentí tanta tristeza al ver la situación que enfrentaban. Esa tarde, después que nuestro amigo nos dejó en el lugar de la reunión mi esposa y yo reflexionamos en la escena que habíamos contemplado durante toda esa mañana y  renovamos nuestro pacto para la vida.

Hay un pasaje de las Sagradas Escrituras que habla en cuanto al pacto que hice con mi esposa y que no acepta deslealtad: “Porque Jehová ha atestiguado entre ti y la mujer de tu juventud, contra la cual has sido desleal, siendo ella tu compañera, y la mujer de tu pacto” Malaquías 2: 14. Los votos que se realizan tienen un significado muy profundo que se olvida pronto, sobre todo cuando nos encontramos con los primeros desafíos del matrimonio. Las palabras “legitimo” o “legalmente” son un compromiso ante las leyes terrenales y las de Dios. Amar, honrar y cuidar son el reto de todos los días. Cuando nos encontremos frente a la enfermedad, la adversidad y la abundancia o escases recordemos el voto que hicimos el día de nuestra boda.

Si estás casado te invito para que renueves la promesa que hiciste con tu pareja para toda la vida. Si estás pensando en casarte reflexiones en cuanto al voto que has de tomar para que seas feliz en tu matrimonio y que el Dios de los Cielos te ayude a cumplir el pasaje bíblico: “Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” Marcos 10: 9.