Alimento para el Alma

“La ayuda viene en camino”

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“No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”.  Isaías 41: 10
Hace unos días estaba mirando con mi esposa un video cristiano y escuché una canción que me llamó mucha la atención su título es: “la ayuda viene en camino”. Al escucharla, me hizo reflexionar y pensar en tantas personas que se encuentran sin esperanza o aturdidas por los problemas o simplemente no desean seguir viviendo por que las circunstancias en las que están envueltos parecen sin límites y han perdido la fe de que alguien viene en camino para darles una mano o el apoyo que necesitan en el momento de dificultad.

Los anales de la historia cuentan las deplorables condiciones de hambre, enfermedad y muerte a que estuvieron sometidos los patriotas húngaros en los meses de octubre y noviembre de 1956, porque deseaban su libertad y porque el gobierno ruso los sometió por la fuerza de las armas. Entonces miles y miles de húngaros lograron salir de su país y refugiarse en Austria. Como el gobierno y el pueblo austriacos, aunque muy hospitalarios, no podían sostener a todos los refugiados, entonces el gobierno y el pueblo de los Estados Unidos de América, Inglaterra, Argentina y otros países, por conducto de la Cruz Roja Internacional y de instituciones religiosas, enviaron dinero, medicinas, ropa y alimentos para los húngaros necesitados y los invitaron a refugiarse en sus respectivos países. Para los húngaros una oración resonaba en sus oídos y sus corazones, la oración era: “la ayuda viene en camino”. La ayuda llegó y fue de esa manera como muchos pudieron llegar a esos países sin que les costara el transporte en avión o en barco o en ferrocarril; recibieron facilidades para ser considerados como inmigrantes; y en las ciudades donde se establecieron recibieron demostraciones de simpatía y pronto consiguieron trabajo para sostenerse honrada y decentemente. La ayuda llegó en el instante que más lo necesitaban.

El recuerdo de Jackie Robinson, el primer hombre de color que jugó en las ligas mayores de beisbol en su primera temporada con los Dodgers de Brooklyn, se enfrentó con serpientes casi a donde quiera que llegaba. Algunos lanzadores tiraban pelotas rápidas a su cabeza. Los corredores lo injuriaban en las bases, frases brutales se escribían en tarjetas o dichas desde bancas de jugadores opuestas. Aun la gente de casa, en Brooklyn, lo veía como objeto de rechazo. Durante un juego en Boston, las injurias raciales llegaron a un punto crítico. Para empeorar la situación Robinson cometió un error y permaneció humillado en la segunda base mientras que los fanáticos le gritaban insultos. Otro jugador de su equipo, un sureño, hombre blanco, llamado Pee Wee Reese, pidió tiempo fuera, camino desde su posición hacia la segunda base de Robinson, y con la multitud viéndole, puso su brazo alrededor del hombro de Robinson. Cuando Jackie vio a Pee se dio cuenta que “la ayuda venía en camino”. Cuando Los fanáticos vieron esa escena se callaron. Robinson más tarde dijo que el brazo sobre su hombro salvó su carrera.

Una autora cristiana dice de la siguiente manera: “En toda ocasión y lugar, en todas las tristezas y aflicciones, cuando la perspectiva parece sombría y el futuro nos deja perplejos, y nos sentimos impotentes y solos, se envía al Consolador en respuesta a la oración de fe. Las circunstancias pueden separarnos de todo amigo terrenal, pero ninguna circunstancia ni distancia puede separarnos del Consolador celestial. Dondequiera que estemos, dondequiera que vayamos, está siempre a nuestra diestra para apoyarnos, sostenernos y animarnos” (DTG 623). Qué gran verdad la que esta declaración nos presenta pero tiene más poder las palabras que nos llegan del profeta mesiánico cuando el mismo Padre Celestial dice: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”.

Te animo en este día a que confíes en la mano poderosa de Dios no importa cuáles sean los desafíos que se te presenten descansa en Él siempre y recuerda “la ayuda viene en camino”.